Testimonio de Ana Isabel García

Para mí hablar del musical La Pasión es hablar de momentos.

Conocí este momento de oración intensa a través de una de las personas con las que ahora lo comparto tras el telón.

Lo viví y lo vi en su día con ilusión habiendo oído maravillas del musical. Poco a poco fui reconociendo a algunas de las personas que participaban en él y sorprendiéndome también de las nuevas que veía ante mis ojos.

Quién me iba a decir a mí, que en el momento donde creía que no podía abarcar más, se me iba a ofrecer la oportunidad de participar en la nueva gira 2014 y en el papel de María, Madre, un símbolo de amor, de paciencia, de ternura y espera. ¿Cómo iba a conseguir, apenas intentar, transmitir todo lo que nuestra Madre significa? Pero sólo podía decir: Sí, hágase en mí, me pongo en tus manos para que obres a través de esta humilde sierva.

Y con fe todo llega. Poco a poco se fue haciendo todo más fácil: ternura, abrazos, una gran familia que te acoge y que te hace sentir que todo saldrá bien. Y sobre todo Él, pues es obra suya, actúa y se deja ver ante cualquier gesto, como en momentos de vía crucis donde mi propia madre lee la estación: “Jesús se encuentra con su madre”, y ves que no necesitas buscar para entender, que tienes ejemplos de amar hasta el extremo tan cerca… Sólo debes dejarte hacer.

Ya es el segundo año que participo junto a este grupo de grandes personas en este proyecto de Nuestro Padre. Todos somos importantes tras ese telón que se abre en Cuaresma; trabajamos en equipo, en familia, sintiéndonos enormemente amados por Él.

Durante estas cinco semanas de oración se tiene la oportunidad de ver reacciones de la gente, algunas incluso de dolor, testimonios, corazones tocados por Él, sonrisas, lágrimas y esperanza. Momentos que te sobrecogen el corazón al ver cuán de grande es su obra.

Y así vas aprendiendo: ante la Cruz, desde las lágrimas de las jóvenes y las palabras del sacerdote, ante la luz que porta Jesús en sus manos en Pentecostés; y pides: “Padre, enséñame a amar de verdad, a amar sin medida, como solo tú lo hiciste; a sentir la alegría de la Resurrección y a beber del agua viva, para ser testimonio de ella por Ti”.


Gracias por cada día, por cada musical vivido, por cada alma que reza con nosotros, por cada regalo, por poder ser instrumento, seguir aprendiendo y poder decir: “Hágase en mí”. 

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