Testimonio Marian López


Hace ya unos cuantos años, en La Ermita del Santo Cristo del Consuelo vi la primera representación que se hizo del musical La Pasión. ¡Quien me iba a decir a mí, que eso iba ser el comienzo de una gran amistad, que se ha ido fraguando con los años, y que ha culminado con pertenecer a esta gran familia que formamos El Musical! Me hace muchísima ilusión.

Y digo formamos, porque desde el principio, he sentido ese cálido abrazo de acogida por parte de todos vosotros. Os doy las gracias por pensar y confiar en mí; aunque si soy sincera, al principio no lo tenía muy claro. Después, el Señor me fue mostrando que esto era un plan que tenía para mí y, ante eso, no me pude negar. Los planes de Dios superan cualquier expectativa de los planes que uno se plantea, y desde luego, el musical es una muestra de ello.

En sus comienzos, Manolo estaba de sacerdote en mi parroquia, nos comentó el proyecto y nos invitó al estreno. A través de Manolo, yo ya conocía a muchos de los componentes del musical, y eso me animó a ir a verlo. Desde luego fue tremendamente impactante, y me tocó el corazón. Desde entonces, he sido fan incondicional del musical. Cada representación parecía nueva, por los sentimientos y emociones que despertaban en mí, en cada uno de ellos me quedaba con una canción, una escena un gesto... siempre como espectadora. ¿Qué era una Cuaresma sin ver el Musical La Pasión, al menos dos veces?

El musical, desde sus comienzos, ha formado parte de mi vida. Este año, la sensación es totalmente diferente, y me ilusiona de manera especial. El musical vivido desde dentro, desde la familia que formamos. Es una maravilla formar parte de este equipo, y poder llevar el mensaje del Amor de Cristo a quienes nos ven. Se comparten muchas alegrías, muchos nervios, llantos, emociones, gestos, abrazos...tanto, que a veces me desbordan los sentimientos que generan en mí. Soy consciente de la importancia que tiene cualquier pequeño detalle, de trabajar en equipo, y que todos somos importantes, y que por supuesto, esta obra la lleva Dios. Esto es lo que se percibe desde dentro.

La representación de Molina, fue especialmente emotiva, por la ausencia de algunas personas importantes, por la presencia de otras, por el nacimiento de Pablo y porque, está siendo una época difícil en mi vida. Esta representación supuso para mí un Domingo de Ramos, un derrame de alegría difícil de contener. Cualquier mirada, gesto, abrazo... hizo presente a Cristo en cada uno de vosotros. Y por supuesto en cada una de las persona que vinieron a verlo (y en algunas que no pudieron venir a verlo y que estuvieron muy presentes en mis pensamientos).


Momento especial para mí, fue la última Cena, cargada de emotividad en las miradas de Jesús y en las de los Apóstoles que me hicieron mucho bien.
Los niños pusieron el broche a esta noche tan especial, fueron luz junto a Jesús en la Resurrección y en la canción final, destacaron por su alegría, saber estar y su espontaneidad. Muchos de ellos han nacido en el musical, se nota que lo viven junto a sus padres.


Gracias por vuestra profesionalidad, por estar ahí, por hacer fácil lo difícil o lo que parecía imposible para mí. Doy gracias a Dios por cada uno de vosotros, por poneros en mi vida, por ser compañeros de camino, por ayudarme a ser luz para otros. Me siento orgullosa de poder ser testigo de Cristo y de poder cantar junto a vosotros que "Vive Jesús el Señor", de compartir que "En todo mal nos abraza nuestro Señor", de sentir que "Jamás pudo vencer la muerte en brazos del amor" y de vivir con todos vosotros que "Para el amor no hay medida"

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