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Testimonio de Eva M. Rabasco

Un placer disfrutar por segunda vez este espectáculo.
La forma en que te envuelve la historia. Cómo de forma sutil te lleva a revivir la Pasión de Jesús, algo que sobradamente conoces pero, que olvidas el resto del año, donde el ruido disfraza esos detalles que deberían acercarte, pero que te alejan de Dios.

Te sientas a esperar que comience la función. Has llegado inmersa en tus preocupaciones, reflexiones, dudas, miedos, tristezas... con el bagaje del día a día que te oprime el corazón. Acaba y, sorprendentemente, una paz inexplicable te invade, confianza, seguridad, alegría... ¿Qué me pasa? ¿Acaso han desaparecido las preocupaciones desde mi llegada?... Inevitablemente, siguen ahí.
Pero mi corazón ya no está encogido. 
¿Ha desaparecido esa carga, esa Cruz que traía conmigo? No...
La Cruz que Jesús cargó en cada escena no era la Suya, sino la Mía.

¡Gracias por recordarmelo!
Eva M. Rabasco

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